miércoles, 16 de diciembre de 2015

DIA 23. HUOVILLE-HASTINGS CAVES-GEEVENTON-SORELL (22 Noviembre 2015) By Adventure

Llegaron los primeros rayos de sol al valle del Huon, y aunque había pocas ganas de introducirse nuevamente en la fría mañana, pronto nos activamos, recogimos nuestro habitáculo, y nos preparamos un reconstituyente desayuno. Obviamente necesitábamos cafeína, pero eso lo aplacaríamos en nuestro recorrido hacía nuevos descubrimientos y aventuras. 


La tareas de la caravana se tenía que realizar cada 48 horas, y tras el desayuno, dejamos lleno neutro depósito, luego vaciamos el de aguas grises, todos los apartamos necesarios conectados, la nevera en modo batería, y llenamos el tanque de combustible. Después de todo este trajín, fue necesaria una visara al visitar centre, para orientarnos en las actividades que iban a llenar ese día. a veces se hace divicil saber cuanto camino recorrer, donde te paras, haces la actividad, luego vas a otro sitio haces otra, y al final de día busca alojamiento. El centro de visitantes de Huonville, se encuentra como a unos 4 km del centro del pueblo, pero es muy recomendable dejarse asesoras por la encantadora mujer que lo regenta. Nos explico con todo lujo de detalles no sólo donde debíamos ir a buscar la fauna salvaje, si no los trekking más interesantes de la región, y de otras de Tasmania. 
No habíamos dejado Huonville cuando  divisamos Geeveston, un hermoso pueblo, con una historia ligada a la tala de árboles y la industria maderera. 



La importancia de este pueblo en particular radicaba en que en una zona muy concreta en frente de una antigua casona, ahora bed and breakfast, se podía encontrar un río, y en este un mirador. Desde el mirador la vistas eran insulsas, pero, residía una colonia de ornitorrincos. Así, presurosamente nos dirigimos a nuestro destino, pero por desgracia no pudimos encontrar ninguno de aquellos extraños seres. 


La carretera pronto nos fue internando en las montañas, donde  existen muchas posibilidades de realizar diferentes trekkings y actividades, esa tarde tendríamos que conformarnos con las Hastings Caves y las Termals Springs, teníamos bien merecido una tarde de relax en una aguas calentitas y mineralizadas, para nuestros pobres cuerpos y mentes. 


Las cavernas de Hastings, fueron encontradas por unos trabajadores de la madera cuando realizaban prospecciones, estos se lo comunicaron al gobernador de la época, que finalmente puso el dinero para que se realizara la exploración. La entrada se encuentra en un rainforest muy tupido, y la única forma de visitarlas en con un tour guiado; que por cierto tiene unas horas establecidas muy concretas y no admite ningún tipo de artilugio (trípodes, palos de selfies...) que no sean cámaras. 


Las cavernas son extraordinarias por muchos motivos, unos de ellos por la cantidad de estalagmitas que se pueden encontrar, 


otras por la profundidades que alcanzan y la cantidad de escalones que hay que subir y bajar, más de 800. sin embargo, el tour guiado está bien distribuido, y a parte de contar la historia de las cavernas, se embulle en una disquisición a cerca de las forma que adquieren los dientes elementos de la cueva, que si olas, que si cortinas, que si se parece al baicon, que ahí unas papas…


Tras el esfuerzo físico, necesitábamos el descanso de los justos, y relajar nuestros cuerpos en las fuentes de la madre tierra. Allá que nos ataviamos con nuestras mejores galas de baño y nos dispones a disfrutar de esa fuentes termales. Grande fue la desilusión, por que grande era la esperanza... se trataba de una piscina, llena de niños, y el agua estaba fría, muy fría. Luego es cierto que en uno de los paseos que hicimos por los alrededores (pasamos del evento baño), nos daban dos grifos para que diferenciáramos las aguas termales, pero claro, uno era de agua fría y el otro (este no termal ) de agua muy fría. Nada, un paseo, y al vehículo. 
De vuelta a la población de Geeveston, decidimos dar una segunda oportunidad al avistamiento de ornitorrincos. Así, que nos dirigimos al mirador, y al llamado: “Paseo del Ornitorrinco”, vamos que el avistamiento estaba hecho para dummies; pero nosotros no los veíamos, hasta que al final, unas burbujas, un cuero que se movía: ¿era un pato? ¿era una garza?; noooo, era un ornitorrinco danzando en las frescas aguas del río. 


Desde ese momento comenzó una locura de fotos, videos, más fotos, bajar y subir el río, cruzarlo…todo por la busca del ornitorrinco. después lo perdíamos y lo volvíamos a encontrar, los niños locales nos decían dónde había otra colonia y recorríamos el río y los encontrabamos, más fotos, más videos, aquello era un autentico episodio de National Geographic…


y cuando ya nos íbamos, pues va y resulta que nos encontramos con una señora con la que habíamos hablado durante la noche de los pingüinos de brunny island, y aparase otro ornitorrinco; así que ya os imaginaos lo que paso: mas fotos, videos…una autentica locura. 


Tras continuar en la caravana, y repasar los detalle de nuestra caza fotográfica, no sabíamos dónde íbamos a dormir. Teníamos la intensión de llegar mañana a la Peninsula de Tasmania pero nos quedaban demasiados kilómetros por recorrer. 
Empezamos nuestro ascenso por el valle del Huon, nos despedimos de huonville nuevamente y pasando  por Kingston, rozamos Hobart

 y nos dirigimos en una tarde muy ventosa a Sorell. En Sorell hicimos acopio de provisiones en nuestro hipermercado de confianza “Coles”,


 y de ahí pasando frente a una granja de Berries que visitaríamos en otra ocasión ( ya eran más de las 7.30), condujimos como alma que nos lleva el diablo hasta Copping, pero como no teníamos suficiente, llegamos hasta el canal que divide la isla de la península de Tasmanía (El canal de Denison), y tras atravesarlo intentamos usar refugio a las 8.30, de una noche bien cerrada. Tras varias horas conduciendo finalmente dimos con un caravana park, y con alegría tocamos el timbre, de la casita dónde residían los dueños salió un señor algo malhumorado que nos dijo que tras las 6.00 pm no aceptaban a más caravanas. Miramos el parking casi vació con cara de sorpresa, y el único dato que nos aporto alguna solución es que estaba permitido pernoctar en el parking del hotel cerca del puente. 

Allá que nos dirigimos nuevamente. La noche se había cerrado completamente en nubes. El viento soplaba como nunca lo habíamos oído, y nosotros descansamos nuestros cuerpos en una noche ventosa, tras un día extraordinario. 

jueves, 10 de diciembre de 2015

DIA 22. BRUNEY ISLAND-HUOVILLE. (21 Noviembre 2015) by Adventure

La primera noche en nuestra caravana no fue mala, sería por lo cansado, sería por que realmente estábamos cómodos, lo cierto que sobre las 8:00 am nos desperezamos para preparar un desayuno necesario, e ir interiorizando la rutina en la caravana. Que si conecta la bomba, que si abre el gas, que si no te olvides luego de cerrarlo para luego la conducción, que si la nevera no enfría bien tenemos que volver a ver el video. Vamos, que para una mañana habían muchas tareas por realizar, que obviamente con el tiempo se fueron mecanizando, y gracias a Dios. 


El día no amaneció con el tiempo ideal. Había menos nubes, ya no daba la impresión de querer descargar su mojado contenido, pero el viento y el mar estaban revueltos. De esta forma desistimos de hacer una de las excursiones recomendadas en esta localización; un barco que te llevaba por la costa descubriendo los acantilados de la isla y la población de leones marinos que residían en sus escarpadas costas. 
Nos dirigimos más al sur, y atravesando las poblaciones de Alannoh y posteriormente Lunawanna, perseguíamos el sueño de encontrarnos con la mayor vida salvaje que pudiéramos abarcar. En el camino a nuestra derecha aparecía el primer Equidna, con una activad frenética, y a pesar de que nos acercamos sin precaución, nos permitió vivir por unos momentos su ajetreada vida mientras buscaba alimentos entre la maleza y los troncos. 


Felices por este primer encuentro, nos disponíamos a romper los moldes viendo en esta primera incursión al Walabí blanco. Sin embargo, a pesar de que vistamos el faro blanco en Cape Bruny 


y posteriormente realizamos un trekking por el South Bruny National Park. 


Nuestro ojos contemplaron paisajes inusitados y la flora multicolor con la que nos regalaba los sentidos en algunos rincones del parque,


 mientras que en otros sólo disfrutábamos simplemente del sonido de nuestros pasos sobre la foresta. 


Retornando por el camino conocido, y dejando atrás la zona sur, decidimos probar productos locales. Muchos eran los sitios recomendados: una destilería de whisky, una granja de ostras; pero a  uestro entender debíamos probar los quesos locales. 


En Cheese Boots, descubrimos las bondades de los diferentes quesos, aunque sólo te permitía probarlos, y no se podía disfrutar del proceso sed fabricación, la amabilidad y lo confortable del lugar hacían que la experiencia sumara en vez de restar. La práctica totalidad de los quesos estaba basado en las técnicas francesas, con muchos productos para untar, y pocos de queso fresco. Tras la cata, nos decidimos por uno con jamón y otros bañado en naranja y jengibre. Compramos un gran pan de leña en el mismo local, y nos dejamos seducir por una comida casera con pan de leña. 


Volviendo para tomar el ferry, nuestro próximo destino era discurrir por la carretera de la honestidad. 
Tomando la carretera de la costa, se puede contemplar un paisaje muy particular, sembrado de irregulares bahías a las que llegan dedos de tierra llenos de vegetación, principalmente árboles. En el entorno y sin desentonar, granjas, casas con jardines bien cuidados y pequeñas poblaciones salpicaban el escenario aquí y allá. Atravesamos muchas poblaciones entre Kettering y Cignet, pero fue entre esta última y Huonville, dónde realmente te encontrabas en la carretera de la honestidad. 
Se llama de esta manera a una forma de comercio muy particular. En la región, principalmente agrícola, que se introduce poco a poco en el valle del río Huon, se podían encontrar cientos y cientos de acres llenos a rebosar de manzanos. Era la tierra de la manzana, disponían incluso de un museo dónde podías aprender las más de 400 variedades de manzanas, así que no era de estañar que entre sus valles y colinas, y su serpenteante carretera de la honestidad, existieran a pié de la misma, puestos con neveras en su interior dónde se podía encontrar variadas de manzanas, peras, en algunas hasta zumos frescos y fresas. La idea, es que basándonos en la honestidad de la personas, se tomara la cantidad que se quisiera y acto seguido se depositara en un recipiente la cantidad del valor del producto según indicaban en los carteles informativos. 


Aprovechando esta ocasión hicimos acopio de manzanas  y de fresas; que estaban a buen precio y con un sabor excelente. Nos sentíamos muy honestos en la carretera de la honestidad. 


Antes de llegar a Huonville, pasamos por Cignet, dónde en la calle principal pudimos comprobar toda una serie de edificios encantadores, unos ofrecían comida, otros eran una fábrica de chocolate…pero pro desgracia la vida en estos lares acababa a las 5:00 pm; y para nosotros era algo temprano aún. 

La carretera pronto se termino internando en el valle del río Huon, otra preciosa localidad, salpicada aquí y allá por cientos de árboles frutales, a las afueras del pueblo, aunque no muy afuera ( recordemos que los pueblos son pequeños y se te vas muy afuera, terminas en el del al lado), nos introdujimos en nuestro caravan-park. 


La instalaciones muy buenas, y para nuestra sorpresa el propietario también agricultor y ganadero, nos recibió con un obsequio: ¡¡¡dos huevos de pato!!, uno de ellos sufrió un pequeño accidente, con fracturas de primer grado pero sin derramar el contenido; y nos dejó sorprendidos diciendo que en el pequeño riachuelo que rodeaba su propiedad, se podían, a primera y ultima hora de la mañana, ver ornitorrincos. Una noticia increíble.



Tras los preparativos iniciales, necesitábamos dos cosas: una buena cena y conexión wifi. Estos dos necesidades fueron cubiertas en la Tower Pizza, de los pocos restaurantes que había en Huonville, y de los pocos abiertos; nos recibieron in extremis , y dejaron que nos quedáramos a cenar tranquilamente y luego que hiciéramos acopio de su wifi, tanto es así, que se olvidaron que estábamos allí.



 Encendieron la radio a tope, empezaron a cantar las diferentes melodías, mientras se oía el sonido de cacharros y movimiento. Finalmente la dueña salí o a pedirnos disculpas, pero fue todo lo contrario, tuvimos una cena agradable y bien distinta.


(Inciso by Mosquetera: En cierto momento de la conducción (ahora no sabría decir exactamente entre que dos puntos fue vimos el siguiente cartel ...


Imaginaros la situación....yo conduciendo, Efren con unas ganas locas de ver un wombat....ve la señal y dice...aquí hay un centro de wombats...vamos a parar y a verlos.... pues nada, doy la vuelta, entramos....y aquello era un edificio en el que....no había nadie????? y los wombats???? al poco sale una señora que nos dice que ellos tienen un taller de pastwock (o como se escriba) y que ella no sabe...pero que igual la señora que vive al lado sabe, que entremos en su casa y la llamemos....total que nos parece un poco demasiado y le decimos que no se preocupe, que da igual..
Así que sin entender nada, nos vamos al coche y volvemos a fijarnos en el cartel....resulta que NO es un centro de wombats...es una guardería que se llama Wombat!!!!!!!)

sábado, 5 de diciembre de 2015

DIA 21.SYDNEY-HOBART-BRUNEY ISLAND. (20 Noviembre 2015) By Adventure

(Inciso: Tengo que decir que ayer pasamos por un Post Office, para hacer todo tipo de averiguaciones a ver si podíamos saber escaseando nuestra referencia donde se encontraban mis maravillosas gafas y a ver si podían ser entregadas antes de las 5 de la tarde (que es el horario hasta el que reparten)….pero parece ser que la cosa iba a estar peliaguada…. Cuando llegamos a casa, le pregunté al conserje pero nada de nada….así que empecé a perder la esperanza, pero Dave (que es un encanto), me dijo que no me preocupara que él me las enviaba a Tasmania. El problema es que en Tasmania no íbamos a tener una dirección fija, porque cogíamos la caravana y empezábamos el tour….

Se me ocurrió que igual podía dar la dirección de la oficina donde recogíamos la caravana y así en un día o dos llamar a ver si habían llegado…)

El día nos recibió con un tráfico endemoniado, pero…¿No era Domingo? En Sydney eso da igual,menos mal que somos previsores y nos levantamos con los primeros rayos del alba. Tomamos un taxi, y mientras recorríamos el camino al aeropuerto, un taxista de origen libanés nos iba deleitando con una charla muy entretenida a cerca de las compañías de taxi, de colores diferentes, pero que a la hora  de la verdad todas cobraban lo mismo por trayecto, aunque unas tenían un área de influencia mientras que otras las tenían todas. Recalcó que el nuestro era un servicio Premium, detallando el color del coche, su indumentaria…Seguramente habló de muchas otras cosas, pero a esa hora de la mañana sin ningún café, y con las ganas de llegar y facturar, desconectabas rápidamente. 



Viajar con Virgin a Hobart desde Sydney, nos llevo como una hora y media de viaje, se nos fue muy deprisa, y al aterrizar descubrimos que el cielo estaba cargado de nubes, preñadas de agua. Las condiciones de Sydney: ola de calor, y en Hobart : ¿Lluvia? Un país de contraste sin lugar a dudas, y más contrastes que nos íbamos a encontrar. 



Recogido el equipaje en una terminal pequeña, pero eso si llena de información en trípticos para el visitante curioso, del que hicimos buen acopio; nos dirigimos al parking de caravanas. Pronto descubrimos que el parking se encontraba a 2 kms del aeropuerto, había ganas de caminar, pero no con maletas, mochilas y otros accesorios, destino: parada de taxi. 

Una larga  cola de taxi amarillos, se iban distribuyendo entre los números que figuraban en la calzada, y a cada número un cliente. Al tomar el  nuestro, y decirle al conductor dónde íbamos, nos empezó a poner excusas: que si no había hueco en su maletero para las maletas por que allí iba la rueda de repuestos, que si una de las maletas no podía ir en el asiento delantero (cosa que ya habíamos hecho en el aeropuerto de Brisbane por ejemplo), al final nos dijo que cogiéramos el siguiente. Esta actitud del taxista, pronto desencadenó una discusión nada amigable entre este y el posterior, y un asombro por nuestra parte. Llegábamos a un sitio desconocido, obviamente como turistas, y …¿Este era el recibimiento?

Obviamente no llegaron a las manos pero casi, después de eso nuestras maletas entraron en su portabultos (ni siquiera lo había intentado) y nosotros salimos del aeropuerto destino el Caravan Park de la compañía Cruisin’.En todo el camino, en sus formas, en la conducción, en como nos despidió, incluso en como se hizo el pago, fue de todo menos agradable…en fin, es una pena que nuestro primer contacto con Tasmania haya sido este.


Tras la rutina habitual y el papeleo, y tragarnos un video de aproximadamente 35 minutos de la forma en la que funcionaba la caravana. Tomamos nuestra MotorHome, y nos dirigimos a Hobart. El recorrido era corto, y en menos de 30 minutos estábamos en la ciudad. 



Hobart es una ciudad acogedora, situada en un entramado de bahías, y con una fuerte tradición pesquera. Localizamos al inicio de la ciudad y justo cuando la autopista (Tasman Hwy), se introducía en la ciudad, giramos a la izquierda, aparcamos dónde no debíamos y nos fuimos con prisas al Visitor Centre. Atendidos por una amable y entrega empleada, nos informó de forma general de las cosas que se podía hacer en Hobart, y en el resto de la islas; pero…( y esto lo pongo en esta primera entrada para algún próximo viajero), no nos informó que exigía un pase global para acceder a los Parques Nacionales, con lo que no tienes que ir pagando en cada parque (como hicimos los que escriben), que no sólo es gastar mas dinero (12 dólares por persona), si no el estar en cada parada, rellenado el formulario correspondiente.


Nuestro primer destino una comida necesaria, en unos de los restaurantes más recomendados de la ciudad (…), probando un Fish and chips, un pulpo algo correoso y un salmón en su punto (recordemos que Tasmania es reconocido por sus extraordinario productos en reste sentido). 




Desde allí, nos dirigimos al mercado de Salamanca, un mercado con aires medievales, dónde se podía encontrar casi de todo, desde productos frescos a muebles, y un buen surtido de cafeterías.







Mientras las nubes iban confluyendo y el día se oscurecía por momentos. 
El siguiente objetivo, abastecer la caravana para pasar la noche. En frente del Hospital de Hobart, un centro comercial fue el objetivo de nuestra primera compra y la cadena “Coles” nos ofreció todo lo necesario.


Al salir con nuestro carro, la lluvia hizo su primera parición, y pronto conocimos las primeras tormentas de finales de primavera en Tasmania. 
Llevar el carro e introducir la comprar fue una epopeya, saltado de un sitio a otro para no mojarnos, mientras los locales nos miraban con asombro. Finalmente listos, salimos con rumbo al sur. 
Tras abandonar la Highway, el paisaje cambió de los suburbios de Hobart, a las llanuras verdes, que ondulaban en un paisaje que se podía asemejar a un mar de verdes olas. La idea era llegar a Kettering. El pueblo no tiene ningún interés, tan sólo que es el punto de conexión con Bruny Island a través de su Ferry. Es importante consultar los horarios, pues ha habido cambios y en la guía se encuentran obsoletos.


Pero, nosotros, llegamos justo a tiempo para el siguiente. Compramos el pasaje de ida y vuelta, esperamos en nuestro lineal y tras someternos a la férrea rutina de los encargados, cruzamos el pequeño DÉntrecasteaux Channel en menos de 20 minutos para encontrarnos finalmente avanzando por la estrecha carretee de Bruny Island. 
La idea era avanzar al sur, allí se encontraba el Parque Nacional. La isla estaba compuesta por dos grandes zonas una en el norte y otra en el sur, unidas por un istmo que llamaban The Neck. Llegando al istmo pudimos contemplar la maravillosa imagen de dos grandes masas de agua separadas por un estrecho terreno arenoso por el que pasaba la carretera.


Antes de cruzarnos para obligatoria en el mirador. Subimos los 250 escalones con la felicidad de la primera toma de contacto con un sitio de belleza y magia a partes iguales, y descargamos los flashes de cuantos dispositivos llevamos con nosotros. 
Poco a poco la lluvia fue desapareciendo al recorrer el camino, pero la oscuridad iba apareciendo tímidamente, y es que en este hemisferio y a esta localización los días son larguísimos, y descubriríamos que también algo frío. Buscamos al otro lado del istmo una reserva para instalarnos, tomamos un cena ligera y cuando la noche apareció por fin, volvimos sobre nuestros pasos al The Neck. 
En esa localización, pero con camino a la playa, se encontraba una de las colonias más importantes de pingüinos enanos. Y allí, en compañía de otros imprudentes y con el abrigo obligatorio, esperamos pacientemente su llegada. Tras un largo tiempo, oímos ruidos, y descubrimos entre los arbustos como en grupos reducidos iban anadeando hacia sus madrigueras. Pasamos un tiempo más intentando fotografiarlos, con luces rojas para no asustarlos, haciendo vídeos, y volviendo a admirar las monerías de las pequeñas criaturas. 











martes, 1 de diciembre de 2015

DIA 20 SYDNEY (19 Noviembre 2015) By Adventure

Otra nueva mañana, otro nuevo día para retomar nuestras apresuradas desventuras por la ciudad de la Bahía. Las temperaturas iban en ascenso, según las noticias, y ya se había desencadenado un incendio en el estado de Victoria, capital Melbourne. Se esperaba que para el viernes (el día que partíamos a Hobart (Tasmania)) hubiera una fuerte hola de calor, y era tema de conversación constante en cualquier sitio, comercio o bar en el que descansaras un momento de la dura jornada de un turista. 

Tras recorrer nuevamente el Hyde Park, y tomar una nueva visión de la Catedral de Santa Maria de la Cruz, degustar sus impresionantes vidrieras y admirar su interior en cruz griega de estilo gótico, salino nuevamente al abrazar sol. Ibamos saltando de una sombra a otra para intentar que este hemisferio no acabara con nuestra maltrecha piel. 


Cruzando el parque, y llegando a la Market Street, nuestra primera parada se realizo en el centro comercial Westfield. Lo interesante de este edificio es que alberga el monumento más alto de la ciudad, la Sydney Tower, desde donde se pueden contemplar unas vistas de 360 grados de toda la ciudad. En la planta 5º, compramos nuestras entradas y decidimos en ese momento que íbamos a dividir el día en dos partes, dejando la de más calor entre las 2 y las 5 para hacer un descanso y almorzar de una forma civilizada en el piso de Dave. Desgraciadamente sólo contemplaremos Sydney desde el mirador, pues el SkyWalk, es decir, la opción de salir fuera y circunvalar el mirador en su parte más alta, no permitía cámaras, y como sabréis eso es una parte fundamental de algunas, que no todas, as actividades. 


Seguimos nuestro camino, la torre esperaría hasta la bonita luz del atardecer para realizar unas espléndidas panorámicas, y nos dirigimos al Victoria Queen Market. 


Un edificio espléndido que ocupa toda una manzana, y que tiene un estilo puramente victoriano. Si te sorprende el exterior, el interior esta llenos escaleras, pasillos, tiendas y un sin fin de ornamentos, agradables y nada cargados , que hace que tu paseo por el interior quede a perpetuidad en el recuerdo. 

Allí, contemplamos un árbol de navidad de tres planas, hicimos la carta a Papa Noél y en definitiva nos introducimos tangencialmente y poco a poco en la Navidad. 


Seguimos nuestros recorrido urbano, admiramos el ayuntamiento, que sólo permite visitar una sección de sus salones, nos paseamos por el barrio español; contemplando los exquisitos menús escritos en nuestro idioma, el barrio chino, el jardín chino, y en la zona de zona de la bahía en la que se encontraba el acuario se levantaba unas tremendas grúas y se insinuaba una macro estructura en evolución. 
Pero… ¿A dónde nos dirigíamos? La pregunta se contesta por si sóla, a dónde no va nadie excepto los asiáticos, al “Mercado de Pescado”.


 Y para llegar allí, recorrimos un sin fin de calles, por que Sydney es una ciudad ordenada, cierto, pero no es menos cierto que sólo en la zona del centro, en la zonas más periféricas con tanta entrada y salida de bahías y finger; las carreteras se entrecruzan y a veces es complicado orientarse. Finalmente, tras cruzar una gran autopista, nos tropezamos, literalmente con el Fish Market. Era una gran explanada, con varios edificios, en el edificio azul central, dónde se encontraba dos grandes puertas abiertas y llenas a rebozar de asiáticos. Entrar y encontrarnos en medio de una manifestación a favor del color amarillo todo fue uno. Te encontrabas como en otro país dentro de otro país siendo forastero. U gran pasillo, con dos extremos bien diferenciados y puestos de seefood, con pescado, marisco, cosas que son entre pescado y marisco, frescos, vivos, casi vivos por que les quedaba poco para estar cocidos, cocidos, y todo con mucho queso por encima. Vierias con queso, langosta con queso, cangrejo con queso…sin comentarios. 


No era exactamente lo que esperábamos, pero para ser uno de los mercados de pescado más grandes del mundo, teníamos puestas otras ilusiones. Sin embargo sí hicimos cosas de provecho: 1) fijarnos que el salmón tasmano era muy apreciado; 2) comprar una trucha que decía: “cómeme” y 3) consumir verdura ecológica y local. 

Tras realizar la compra, y viendo que hacía demasiado calor para volver caminando con nuestra material culinario, paramos un taxi, y en menos de 10 minutos estábamos subiendo el ascensor que nos llevaría a la cocina de Dave. 

Preparamos una maravillosa trucha al horno y tras el almuerzo, amén de escribir en el blog, nos subimos al piso 29 para pasar una agradable media tarde en la piscina mientras rato si rato también  hacíamos guiños las remozas vistas. 



Era las 6 de la tarde cuando nos encaminamos nuevamente al Westfield Centre, otro paseo por el Hyde Park, otro nuevo momento de fotos. Antes de subir al mirador, teníamos una sesión de cine. Se trataba de una sala 4D, nos fijábamos unas gafas rojo y azul, y mezamos a disfrutar con una introducción a Australia, sus bondades, mientras a veces nos daba el aire, a veces luces, intentando recrear sensaciones; no era maravilloso, pero si divertido.


 Tras la salida, el fotomatón, nos esperaba una australiana de orígenes asiático cámara en mano, ante una pantalla verde, esperando nuestras mejores caras o nuestros mayores disparates; y al fin el ascensor.

 Las dimensiones estrechas, la forma de “quesito” del tribial, y ala, a subir un piso tras otro. 
Según llegamos un selfie, y luego a pasearnos por el entramado de escaparates de cristal para contemplar las vistas de un lado y de otro y esperar el ocaso, mientras como no se hacía fotos de diferentes zonas, posturas, foto con modelo, sin modelo y ….hasta nos copiaban la forma de hacer foto, incluso querían que saliéramos en sus fotos…una autentica locura. 


El ocaso con sus cambios de color llegó, y finalmente se contemplaba la ciudad iluminada, adquiriendo nueva vida. 


Y nosotros aún teníamos una ocupación más. Debíamos ir a unos de los puntos en los que se puede contemplar la bahía con el Skyline y la Opera Houese con el Puente viejo detrás. El Mrs Macquaries Point. 
Para llegar allí, reíamos volver por el parque y seguir la Art Road hasta el final. Al llegar, comprobamos que era tan buena idea que estaba llena de turista recreando sus ojos y sus cámaras. Nos pusimos en acción y sacamos un autentico book a las vista. La foto nocturna no es desdeñable y menos sin trípode. Improvisamos uno, e incluso recibimos consejos de unos austriacos bien avenidos pero que había tomado casi todas sus fotos movidas. 



Cumplida nuestra tarea, y recreando a pié a nuestro domicilio, preparamos una cena, hablamos un rato con Dave y finalmente nos despedimos, otra vez madrugábamos y el traicionero despertador sonaría a las 5:00 am.